Surcando los mares de polvo y de tierra.
¡Oh Maldita selva despoblada!
De hombres que dejan su sangre y bilis en la heredad del dios humano. En su Jardín desconocido, Ignoto como el ático de Esopo.
Perros del infierno: azul inceslestial, irracionales de barbas prolongadas y lechosas: lamen el cáncer de su hiel benévola. Devotos a la ofrenda humana.
Suenan las sirenas y se levantan con sus alas al reino invisible. Dominio cargado de materia y más grande que el espacio. Un espacio que va de la sonrisa crispada de dios a la pata de mi cama.
Los jardines atiborrados de lotos sin cabeza e hígados reventados color magenta, olor a lágrimas secas en la hierba muerta.
Los ojos de las rosas coaguladas se hinchan y revientan como sesos húmedos en la terraza de la luna.
Por el suelo los vidrios de los relojes de arena que explotaron; cortan y desangran al tiempo. De la nada nace otro desierto. Encima se posa otro sol envilecedor que seca éste sórdido corazón que se muere en mis entrañas, como un feto desalmado.
Corazón nazareno
Cubierto de púas y punzantes espinas. Velado por los lagrimales de un mar salado oriundo de la oquedades de los ojos de mi madre.
Corazón de un rojo débil, un rojo disuelto con babas cristalizadas. Teñido como el linaje de una uva dulce en la vendimia de febrero.
Que horrible es no poder abrir los ojos cuando están pegados por el vomito de un vino tinto.
Qué triste es nacer sin raíces como un sombrío pedazo de musgo. Solitario; viendo la vida pasar desde el mismo lugar de siempre sin la fuerza suficiente para inventar un camino. Para al menos rodar y caer devastado en un vacío cualquiera.
Ahora estás despierto. Abre los ojos y repite el poema, Tu vida y su álbum de fotografías repetidas.
Autor: Juan Pablo Ramírez.
Escrito bajo el seudónimo de: (Moreli)
Derechos reservados©
Bogotá- Colombia
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